Debido a la situación sanitaria, este curso no hemos podido poner en práctica el aprendizaje cooperativo tal y como habíamos programado el año pasado, pero una vez que hemos comprobado que nuestras aulas son espacios seguros, hemos decidido comenzar a plantear actividades de forma cooperativa. El resultado está a la vista, ¡da gusto ver a nuestros alumnos aprendiendo unos con otros!
Antes de evaluar, tenemos que tener en cuenta una diferenciación clave, la existente entre evaluar y calificar: todo lo calificable es evaluable, pero no todo lo evaluable tiene por qué ser calificable. La evaluación, como el resto del proceso de enseñanza-aprendizaje, debe estar muy pautada y cada procedimiento debe contar con un instrumento de evaluación: rúbricas, listas de cotejo, etc. El alumnado debe tener muy claro qué, cuándo y cómo se le va a evaluar antes, durante y después del trabajo de los contenidos. Además, la evaluación no solo debe provenir del profesorado (heteroevaluación), sino que ha de ser triádica. En ella, el propio alumnado reflexiona sobre su proceso (autoevaluación) y también lo hacen sus compañeros (coevaluación). De esta forma damos al alumnado recursos para poder trabajar sus capacidades comunicativa, colaborativa, creativa y crítica.
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